jueves, 17 de febrero de 2011

Buena música: Estamos perdiendo el gusto

Casi siempre. Entre mis compañeros de clase, desde primaria hasta donde sea, he sido extraño. Comparado con la mayoría. En cuanto a los gustos, en cuanto a las aficiones. No me ha gustado disco, heavy metal, pop ni otros géneros que en aquel tiempo eran temporalmente populares.

Prefería la música folk, oldies o country. Más adelante, gracias a mi padre descubrí en la música clásica, según yo, el mejor género musical. Muchos se burlan de mí hasta ahora, sin darse cuenta de lo que pierden si se dejen llevar exclusivamente por la corriente de la música “pop” del día de hoy. ¡Pero que se burlen, cuando maduren, tal vez también encontrarán en la música clásica el paraíso y alivio de los días mundanos! Música clásica tiene más cerca a música popular, que pensamos. ¿Si no fuera así, por qué sobreviviría más que siglos? Veremos, si en 100 años alguien se acordará de la música “pop” - así la llaman - que nos obligan escuchar en los antros, peseras, metrobús…

A la “música popular”, deberíamos denominar únicamente las obras y canciones que se vuelven ampliamente conocidas y cantadas en una cierta región-país, pueblo (o mundo entero), que se popularizan – y más importante, que se transmiten de una generación a la otra. Es triste que más que 90% de las canciones del día de hoy no cumplan los parámetros de música popular en aquel sentido. Sin la popularización falsa de las canciones y su existencia intencionalmente prolongada en el radio, éstas no durarían en las mentes y gargantas del pueblo ni un solo mes. La música popular igual que la música clásica nos divulga mucho sobre la época, el humor, el pueblo, las tradiciones. Tal vez el hecho de la incapacidad de producir una buena música, que a largo plazo podría ser popularizada, es confirmación de la época loca que estamos viviendo. Sin rumbo, sin mensaje, sin objetivo.

Estoy convencido de qué lo bueno en cuanto a la música ya ha sido compuesto e inventado. Y créanme, lo mejor de lo mejor es la música clásica, donde - en lugar de escuchar gritos, llantos o declaración del amor – “hablan” solamente los instrumentos. Amables instrumentos con su tradición e experiencia de siglos en la escena mundial. Instrumentos que acariñan a la mente. Desde violines, pasando por violoncelos, hasta contrabajo. Pianos o flautas. Trompa de caza o arpa. Todos siginifacan una maravilla para nuestros oídos. Y con gusto puedo afirmar, que en México existen grandes amantes de música clásica así como personalidades de fama mundial.

Un gran mexicano, reconocido mundialmente, llamado Maestro Sergio Berlioz, es un director y compositor de obras de música clásica en México. Aparte de ser un gran humanista. Sus conciertos en Casa Lamms siempre cosechan grandes ovaciones del público. Con más de 30 años de trayectoria musical y académica, el musicólogo y compositor Sergio Berlioz ha participado en más de 3000 conferencias y conciertos. Sus conciertos didácticos, donde explica al público la obra, tocándola por partes, es una maravilla. Todos vosotros, que queréis escuchar algo diferente al “Mi niña bonita” o “I´ve got a feeling”, procurad a visitar la casa Lamms, la oasis de cultura y bellas artes en la Ciudad de México, Colonia Roma. ¡Tenéis la chance, por qué no la aprovechar para levantar el nivel de la música del día de hoy! Suena como comercial de mi parte, pero seguro les va a gustar. ACERCENSE Y PIDA SU RICA MÚSICA CLÁSICA!

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